Las alteraciones
de la función tiroidea afectan a un número significativo de mujeres (hasta un 20%),
siendo las principales alteraciones el hipotiroidismo, el hipertiroidismo y el
hallazgo de nódulos tiroideos. La sospecha precoz y el adecuado diagnóstico
es fundamental, ya que en algunos casos si estas condiciones no son detectadas y tratadas a tiempo pueden generar complicaciones maternas
o fetales importantes y graves (como preeclampsia, riesgo
de aborto, parto prematuro, bajo peso fetal entre otras). Afortunadamente un
adecuado tratamiento reduce estos riesgos y mejora el pronóstico global de la
madre y el feto.
Especial riesgo
de enfermedad tiroidea en el embarazo tienen las siguientes mujeres: Mayores de
30 años; con historia familiar de enfermedad tiroidea; uso de fármacos como
litio o amiodarona o medio de contraste yodado reciente, historia de infertilidad, aborto previo o parto prematuro ; enfermedades autoinmunes como diabetes mellitus
1, vitíligo, síndrome de Sjorgren, Lupus
eritematoso, anemia perniciosa; historia de irradiación de cuello; y por supuesto el antecedente
personal de enfermedad tiroidea o el hallazgo de bocio o nódulos tiroideos al
examen clínico. En todas ellas se recomienda la evaluación precoz con exámenes tiroideos
por su médico.
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